Nunca he participado en una batalla y espero no hacerlo en mi vida, pero en este poema trato de imaginarme lo que pudieron sentir los participantes de estos macabros eventos.
El aroma de la tierra quemada,
el sonido de explosiones potentes,
la vista de una ciudad arrasada,
el tacto de muertos aún calientes,
el sabor del agua contaminada
es la esencia de las guerras dementes.